viernes, 14 de marzo de 2014

TU SIMÉTRICO DIVINO, TAN CERCA COMO EL AIRE QUE RESPIRAS


NUESTRO DIVINO SIMÉTRICO… TAN CERCA, COMO EL AIRE QUE RESPIRAMOS… O COMO SENTIR NUESTRA PROPIA PIEL. LA SENSACIÓN DE LA BRISA EN NUESTRA PROPIA PIEL.

NUESTRO SIMÉTRICO DIVINO.

Por María del Carmen Ortega Molina







Ya sabemos que lo que llamamos el “camino espiritual” es un viaje hacia nuestro interior. Realmente no existe nada fuera de nosotros. Siempre se trata de nosotros. Siempre somos nosotros “decodificando” el mundo exterior (las personas, las circunstancias, las cosas...) en base a lo que somos nosotros en cada momento de nuestra vida. Es decir, en base a la percepción a la que vamos accediendo conforme hacemos ese viaje hacia dentro.

No se trata del mundo externo. Se trata siempre del cristal por el que miramos cada uno y de lo esclarecido que esté ese cristal a la hora de mirar e interpretar ese mundo de fuera. Cada uno lo “decodifica”, lo percibe, según sea su “programa” , su bagaje de experiencia. Evidentemente habrá tantos “mundos” como “decodificadores” existan.

Ya podemos imaginar la tremenda complejidad a la hora de hablar de la multidimensionalidad. Si ya es complejo coger un hilo común para poder comprender de una manera básica, la “decodificación” de la dimensión lineal, hagámonos la idea de la tarea casi imposible de tocar el tema de la multiplicidad de dimensiones. Es por ello que llega un punto en el viaje hacia dentro, en donde lo más cercano a la Verdad, es permanecer en el SILENCIO. Ningún concepto procedente de este mundo externo que percibimos con los sentidos, puede definir ese VACIO lleno de potenciales posibles, en donde impera el SILENCIO.

No obstante, como existe una necesidad de autoexpresión, como consecuencia del natural fluir expansivo de la Fuente, empleamos para ello las palabras como “herramientas”, que intentan reflejar algo de ESO DESCONOCIDO QUE SOMOS.

Por tanto aquí quedarán impresas tras la escritura que estoy realizando, el resto será “decodificado” por otras personas que lo lean. Que tomarán de esta exposición escrita que sale a través de mí, justamente lo que les sirva, lo que sientan que resuena en sus “vísceras”. Ni más ni menos. Y en esa “resonancia”… siempre se tratará de ellas, ya no tanto de mí, puesto que harán su propia “traducción” personal de estas letras. Y para cada uno será de un matiz diferente. Lo único que quedará intacto es la ESENCIA de ESO que nos UNE y que va más allá de cualquier palabra o imagen.

Parece que hablar sobre los “mundos cuánticos” es algo que está muy alejado de nosotros, algo científico, algo muy abstracto, algo a lo que nosotros no tenemos acceso. Sin embargo esto es más cotidiano de lo que pensamos, porque nosotros, ya de por sí, somos un mundo cuántico cada uno. Una “realidad” cuántica.

Cada persona somos un mundo cuántico, una “burbuja cuántica”, un campo toroidal individual, con una determinada frecuencia de giro. Se podría decir que cada persona tiene su particular “firma energética” de frecuencia y giro. Como una huella dactilar única.

No existen dos mundos cuánticos iguales (aunque sí pueden tener frecuencias similares) por la sencilla razón de que cada uno ha ido adquiriendo su particular idiosincrasia, a través de sus individuales experiencias de vidas. Rasgos particulares a través de los que traducen el mundo que perciben.

Hay “mundos cuánticos” que contienen en su naturaleza, multitud de experiencias recopiladas a lo largo de multitud de vidas vividas y mundos cuánticos con incipientes experiencias de menos vidas vividas.

Hay mundos cuánticos con un giro vibratorio muy elevado y rápido, y mundos cuánticos con un giro vibratorio muy pesado y denso.

Recordemos que el Camino de la Ascensión es un viaje en la espiral del tiempo, pero hacia el interior. (pon dibujo espiral).

Cuando estamos en la base, en la dimensión de vibración más densa, el movimiento es más lento y la trayectoria más amplia. Se tarda más en realizar el recorrido del movimiento. Es la dimensión más terrenal. Este es un movimiento de evolución. Se van recopilando experiencias. Vida tras vida. Se va condensando la materia. Es lo que se llama el pasado o la memoria celular coagulada. Todas las vivencias o proyecciones del alma, vivas en nuestra carne, en nuestro ADN.

Cuando comenzamos a despertar, a tomar conciencia del sentido de este “viaje” nuestro por la vida y miramos hacia la vertical de esa espiral evolutiva, preguntándonos quienes somos, es cuando iniciamos el movimiento en vertical ascendente. Comienza el proceso de ELEVACIÓN. El viaje hacia el interior. El viaje hacia el FUTURO.

Ascendemos a otras dimensiones con sus correspondientes frecuencias vibratorias aun permaneciendo en esta vida.

A mayor elevación mayor frecuencia vibratoria y menor recorrido en la trayectoria de giro de la espiral del tiempo. El tiempo se acelera conforme la espiral va acercándose al Punto Cero del Vórtice.

Recordemos que proporcionalmente existe una espiral simétrica con una dirección de giro contrario que en la que estamos elevándonos. Ambas van integrándose, unificándose, en el Punto Cero que forma el contacto de sus vértices.

Podemos tomar como imagen, la Física de la partícula: el giro de una partícula daba lugar a su correspondiente contra-giro o contra-espín. Justamente en el punto de unión de ambos giro y contra-giro, es en donde se produce la puerta de acceso al mundo invisible, o al contrario, la puerta de acceso al mundo de la materia concreta. A través de ese “punto” o vórtice, la partícula atómica fluctúa en un espacio o en otro, siendo onda en el mundo invisible o antimateria y siendo partícula en el mundo visible o materia.

Esta imagen es tremendamente importante para nosotros a la hora de saber, por lo menos para tener una imagen mental, que nosotros SOMOS UNO, justamente en esa Simetría. No estamos separados de esa Simetría. En ella somos completos. A esta imagen le estamos poniendo palabras, pero realmente se trata de un SENTIR ESO-UNO QUE SOMOS.

Ese SENTIR es fruto de un autoconocimiento profundo llevado a cabo en el viaje hacia dentro. Autoconocimiento secundado por la práctica tangible delo que vamos descubriendo. Este viaje hacia dentro es el viaje de elevación, porque el de involución, el viaje hacia fuera, hacia lo denso, ya lo dimos por finalizado.

En el viaje hacia dentro, se va iluminando la SOMBRA y se va ACEPTADO TODO, sabiendo que realmente sólo PODEMOS SER COMPLETOS CON TODO: CON LO DE “ARRIBA” (FUTURO) Y CON LO DE “ABAJO” (PASADO). Abrazados ambos mediante el AMOR ABSOLUTO DEL OBSERVADOR O LA PRESENCIA EN EL AHORA: LA LÍNEA O “VÓRTICE” en el que se dobla la SIMETRÍA.

Ese SENTIR, SIN RECHAZAR NADA, es lo que te permite estar en el PRESENTE, porque ya has trasmutado el pasado, o por lo menos lo tienes localizado cada vez que emerge y sabes manejarte con él con la maestría adquirida, para situarte enseguida en la línea del centro. En la línea de doblez. Rindiéndote. Maestría que te permite estar en la Presencia, con la total seguridad de que ESO DESCONOCIDO QUE SOMOS, irá tomando su posición, neutralizando con su “giro” el “giro” opuesto de todas las memorias o mundos cuánticos que nos engañan con la falsa ilusión de separación.

Realmente, no estamos “descubriendo la pólvora”, como coloquialmente se dice, los grandes avanzados de todas las épocas llegaban a esa conclusión. Esto es lo que Jesús decía: CADA DÍA TRAE SU PROPIO AFÁN.

Para cada problema, sufrimiento, inquietud… para todo lo que es: no-amor, existe su contra-problema, su “contra-giro”, existe la solución, existe su simétrico opuesto. Sólo hay que hacer el “viaje hacia dentro” para encontrar la “Línea de Doblez” o “Punto de Quietud”: el AMOR que unifica.

Al Final te das cuenta que todo el “Viaje hacia dentro” se trató de llegar a ese Punto de Quietud, en esa “Línea de Doblez” de la Simetría, en el único lugar que puedes permanecer en el Presente. Único estado de tiempo, en donde reside el Amor: YO SOY.

No un “yo fui” o un “yo seré", sino un YO SOY. Único estado en el que ese Simétrico Invisible del plano antimateria en el que también Estamos, Somos… pueda SER aquí, en nosotros, en esta dimensión visible, concreta y tangible. Porque el Ahora, o “Línea de Doblez”, los une a ambos.

En ese estado es cuando se tiene la conciencia de CO-CREADOR. De traer la creación que ya Existe, desde el otro lado de ese Vacío in-manifiesto.

Un estado de AMOR. Un estado de SILENCIO. Un estado de PRESENCIA.

Realmente el viaje hacia dentro es un viaje de valiente AUTOCONOCIMIENTO, de total AUTOAFIRMACIÓN y de absoluto AUTOAMOR.

Al realizar y sentir esto en nosotros mismos, es cuando lo podemos sentir hacia los demás. Entonces sabemos que los otros no son los otros… Sabemos que siempre se trata de nosotros. Los “otros”, como expresiones diversas de la Fuente, nos sirven de contraste y de reflejo para conocer nuestro propio mundo interno. Todos esos aspectos que nos conforman en nuestro particular mundo cuántico y así poder abrazarlos todos… Abrazarnos a nosotros mismos con TODO.



Es una manera nueva de percibir el mundo. Tener la conciencia de cómo me experimento a mí misma a través de otros “mundos cuánticos”, que encarnan fuera, los “otros”. Es como adentrarme en una tremenda aventura de experimentación y autoconocimiento, que me descubre más de ESO DESCONOCIDO QUE YO SOY, y que sólo puedo conocer a través de experimentarme en esa otras dimensiones cuánticas, que los “otros” me reflejan.



El discernimiento es imprescindible para llegar al estado de PRESENCIA. El discernimiento es clave en el estado de conciencia que se produce tras la individualización que supone LA INICIACIÓN DEL BAUTISMO O RECONEXIÓN CON NUESTRO SER (SIMÉTRICO).

La individualización requiere discernir progresivamente, qué Somos realmente nosotros y qué es lo que no somos y que nos engancha a la Matrix.

No Somos todos los “programas” que aprendimos del colectivo y asumimos como nuestros, portándolos físicamente en una red neurobioquímica que se opone y se resiste, a esa individualización necesaria para acceder al estado de conciencia de LA PRESENCIA.

Sólo podemos acceder a la conciencia de PRESENCIA, cuando hemos logrado “localizar” con el autoconocimiento, sacando a la luz del consciente, todas las memorias del pasado y todos los “programas” erróneos, con sus correspondientes circuitos bioquímicos. Esto sólo se consigue a través de un proceso de experimentación tangible, no se queda en mera intelectualidad. Es un real proceso alquímico de transformación atómica, una mutación física, de Conciencia y Energía.

Es imposible realizar ese proceso de golpe. Todo lleva un desarrollo secuencial. La alquimia, la transmutación de unas memorias celulares, sirve como escalón y refuerzo, para acceder a otras memorias más profundas, que se asentaban en las primeras y a las que no puedes acceder sin la consiguiente experimentación. No se pueden quedar en algo abstracto. Es como adentrarte cada vez más en la “cepa”, en la génesis de las memorias que originaron la conciencia dolorosa de separación, reviviéndolas.

Es un Camino de gran justicia, porque nadie queda excluido de él. No se compra, ni se vende. No tiene precio. El Espíritu no cobra un canon por él. No hay preferencia por nadie. No se accede a él por fama o éxitos en el mundo. Se accede por la autenticidad del buscador, que va entregando las viejas memorias a lo largo del Camino. En un Sagrado Proceso de Alquimia, de Conciencia y Energía en el que eleva sus frecuencias para acceder a las dimensiones del Simétrico. Es un Camino para todos. El único requisito es: Realizarlo.

Realmente existe un desarrollo en esta elevación de la Conciencia también llamada expansión de la Conciencia. La imagen de la subida por la ladera de una montaña sirve como esclarecedor ejemplo de lo que es la elevación de la Conciencia:

Cuando estamos en la base de la montaña sólo podemos ver los árboles que están más cercanos a nosotros. El resto del paisaje queda fuera de nuestro campo de visión. La evolución de la Conciencia sería la exploración que haríamos conforme nos adentrásemos entre los árboles. Tomaríamos varios caminos, podríamos dibujar ciertos mapas de esos caminos y tomar notas, pero nuestra visión siempre sería limitada a las experiencias en ese plano horizontal, en secuencia lineal.

Cuando ya estuviésemos saturados de experimentar los caminos en la base de la montaña, podríamos comenzar a interesarnos por otra visión más alta. Comenzaría la elevación de la Conciencia. Subiríamos por la ladera y desde allí comenzaríamos a ver con más claridad y con más perspectiva el paisaje que antes habíamos plasmado en mapas y que desde abajo nos tapaban los árboles.

Seguiríamos subiendo… y la perspectiva del paisaje iría siendo cada vez más amplia. Ahora iríamos viendo todos los caminos con mayor perspectiva y si rodeábamos un poquito la montaña, enseguida veríamos los caminos(los opuestos) que había detrás de ella y que antes no podíamos percibir porque el trayecto para llegar a ellos era muy largo y para conocerlos nos suponía emplear varios viajes… de varías vidas de evolución. Y así… hasta llegar a la cumbre, lo que sería el Punto Cero. Y en esa Cima alcanzaríamos la visión de 360º que corresponde a una visión totalmente esclarecida o iluminada. Desde un solo punto, se podría percibir todo el paisaje. Lo que quedaba delante de la montaña y lo que quedaba detrás, en la sombra de la montaña. Siempre se trató de la percepción de la Conciencia, del Yo Soy, pero desde diferente punto de elevación.

Y en cada punto de percepción, el Yo Soy siempre estuvo creando según la Conciencia que se tuviera en ese momento. A más elevación más claridad de percepción con su correspondiente y alineada creación externa.

¿El viaje hacia adentro termina cuando hemos accedido a ese Punto Cero?

En lo que se refiere a la personalidad, podríamos decir que sí: MISIÓN CUMPLIDA.

Misión que no es otra que haber hecho el trabajo dentro de nosotros. Al principio pensábamos que el trabajo estaba fuera, que había que luchar por algo externo, que había que cambiar el mundo desde fuera… pero realmente el único mundo que tuvimos que cambiar fue el nuestro. La gran misión fue ir sacando sucesivamente las memorias celulares a la luz de la Conciencia, transmutándolas y accediendo cada vez más por la ladera de la montaña interior, hasta llegar a la Gran Meta: el Punto Cero. La Cumbre.

En esa Cima es donde pudimos percibir todo el paisaje de abajo. Con perspectiva. Ahora ya sabíamos que todo eso que había hacia abajo era todo lo opuesto a lo que había Arriba. Es decir sólo podíamos ir descubriendo lo que había Arriba, en el Futuro, a base de identificar lo que era el pasado, lo que quedaba atrás según accedíamos por la montaña. La memoria celular del pasado nos sirvió como energía de propulsión, de Alquimia, hacia el Futuro. Cada paso que dábamos, dejaba atrás el pasado, lo transmutaba, lo neutralizaba y era ocupado por otro paso inversamente proporcional del Simétrico, del Futuro.

Cada paso que dimos hacia el Futuro, fue un “cheque en blanco”, porque nosotros no sabíamos qué había al “otro lado”. Pero sí sabíamos que existía un opuesto al pasado que estábamos deshaciendo, en los momentos que éste, emergía. Dimos los pasos con la ayuda del enfoque cuántico, de lo que siempre se llamó: FE. Y gracias a ese enfoque cuántico se pudo ir realizando la Sagrada Alquimia.

Ya en el Punto de Quietud de esa Cima, el Simétrico podía ir dándose a conocer a nuestra propia Conciencia. Mostrándose de una manera amorosa, fluyendo y creando. Sorprendiéndonos a través de esa Conciencia Observadora nuestra, lograda a base de nuestra elevación a través de la “montaña interior”.

El Gran Premio era ese: SER, EXISTIR DESDE ESA PRESENCIA. Presencia en el Ahora, en donde se accede a ESE SIMÉTRICO NUESTRO, QUE YA ERA, QUE ES Y QUE SIEMPRE HA SIDO EN LO VACÍO, EN LO INVISIBLE. Ese era el Reino de los Cielos, siempre anunciado, que ya conteníamos dentro.

Permanecer en la PRESENCIA nos demanda una rendición permanente. Esto crea una extraña sensación de vacío porque realmente nos estamos vaciando de nosotros, de lo que pensábamos que éramos. Desde las dimensiones inferiores pensamos que las cosas tienen que ser de una determinada manera, tenemos unas expectativas, unas creencias... siempre coloreadas desde la personalidad y desde el deseo humano. Sin embargo cuando vamos accediendo a nuevas dimensiones lo hacemos vaciándonos de esas expectativas y de esos conceptos y creencias viejas. Por ello la necesidad permanente de revisar nuestro sistema de creencias que interfieren en el viaje hacia el interior.

Al encontrar nuestra Presencia y poder permanecer más tiempo en ella, sentimos que la misión está cumplida. La personalidad se vacía y ya no nos llena nada de este mundo como lo hacía antes. La bioquímica adictiva que sostenía a ídolo de la personalidad, está transmutada.

Ahora es cuando podemos permanecer realmente en el AHORA, porque ya no existe la compulsión adictiva a seguir las expectativas y el drama que demandaba la personalidad para sostenerse. Ahora se puede vivir físicamente en la base de la montaña pero encarnando y teniendo la visión serena de la Cima. Y se puede disfrutar de la vida pero desde otra Conciencia. En la paz y en la serena alegría.

No es fácil este Proceso de Realización, porque es un vaciado de lo que creemos que somos, para llenarnos de Ese Desconocido que sí Somos. No es un proceso cuya finalidad sea tener una vida cómoda. Es algo mucho más profundo. Es Realizar la Gran Obra.



Así, el Simétrico se descubre a nosotros, cada vez más… Cada vez que nos surge alguna inquietud o preocupación o lo que sea que nos saque de ese estado de Presencia… y nosotros nos volvamos lo más rápido posible a ese Punto en el que lo “entregamos” todo… en busca de nuestro Simétrico. Y nuestro Simétrico descarga las soluciones en nuestra vida… las nuevas perspectivas… todo lo que nosotros necesitemos saber… las nuevas formas de sentir y ver las cosas… Y nosotros nos asombraremos gratamente, en el gozo sereno de una confianza cada vez más medular… Porque el Simétrico y nosotros: SOMOS UNO.



Es curioso cómo siempre se ha dibujado la imagen del “cuerno de la abundancia” como un túnel mágico en el que se precipitaban desde arriba todos los tesoros hacia nosotros. Si observamos tiene la forma de cónica de la espiral. Lo mismo que la forma cónica de la montaña en cuya cima se encuentra el Punto Cero. Punto en dónde se unen lo visible con lo invisible a través de la singularidad o agujero negro.

O las ondulaciones del símbolo del Yin-Yang. Las ondas visibles e invisibles, son simétricas. La materia con la antimateria. La gravedad con la anti-gravedad. Lo abstracto con lo concreto. La partícula con la onda…



Parece todo tan sencillo… pero costó lo suyo realizar el viaje hacia nuestras profundidades... Costó ecorrer la espiral del tiempo. Pero para eso vinimos.

El Amor, el tesón y la Voluntad de Realización, marcaron nuestra vida, nuestra creación, aún sin ser nosotros conscientes de ello, al principio. En nuestra “brújula” no estaba programada la búsqueda de un “cuerno de la abundancia” hacia ninguna parte. Sabíamos que había muchas dimensiones brumosas en las que uno podría perderse… Nuestra “apuesta” fue total. Nosotros nos movimos bajo el único enfoque cuántico de la PRESENCIA. Esa fue nuestra Luz y nuestro FARO.

No hay mayor Meta que esa Realización: LLEGAR A LA PRESENCIA, PARA QUE ESA PRESENCIA SEA EN NOSOTROS.

A partir de aquí, ya sólo nos queda seguir descubriendo nuestro Simétrico. O tal vez se podría decir también, que ya sólo nos queda que nuestro Simétrico se vaya descubriendo a nosotros en la medida que lo permitamos. Realmente este descubrimiento se va dando proporcionalmente a lo que nosotros estemos dispuestos a descubrir, desde este lado tangible del “velo”, respecto al otro lado invisible y desconocido que Somos.

El ahondamiento y paulatino descubrimiento de nuestro Simétrico tiene un desarrollo del conocimiento y del sentimiento, en capas cada vez más profundas y diferenciadas. Son dimensiones superiores en las que conectamos con frecuencias cada vez más altas, con ideas y energías cada vez más elevadas. En dónde Ese Simétrico se va ampliando y abarcando al Simétrico de la inmediata dimensión inferior. Dimensiones en dónde prima un Amor progresivamente más extenso.

Lo que en una dimensión de nivel más bajo se percibía de una manera, ahora en la dimensión siguiente se ve de otra. Las dimensiones no están en contraposición, pero lo que antes servía… en la siguiente ya no sirve. Una especie de abolición bajo el marco de una Ley del Amor cada vez más grande. La ley que regía el nivel anterior, en la dimensión siguiente, ya no rige. Sin embargo no puedes saltarte el desarrollo secuencial. Hay que seguir el orden. No es posible hacerlo de otra manera, porque en ese viaje hacia dentro, todos los cuerpos que nos conforman tienen que ir adaptándose paulatinamente a las nuevas matrices de los nuevos niveles, a la vez que se va formando el entramado energético de otros cuerpos nuevos.

Cada adaptación a nuevas matrices las sentimos como entradas tremendas de energía que rompen el “marco” anterior que nos contenía y lo renueva todo. Absolutamente reacomoda a los nuevos patrones todos los átomos de nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo físico tiene que asimilar la enorme vibración de la nueva energía, mientras se acostumbra a portarla en él. Esto puede crear ciertas incomodidades cíclicas, porque el cuerpo siempre tiende a contraerse ante una energía que no conocía, con la consiguiente tribulación. Es importante recordarnos qué es lo que nos está sucediendo para así ayudarnos en el Proceso, minimizando en lo posible la contracción instintiva.

Lo maravilloso de todo este despliegue es que no vamos solos. En cada dimensión a la que accedemos, confluimos con los hermanos, cuyos individuales caminos de retorno a su Simétrico, les han llevado al mismo punto en el que estamos nosotros, o viceversa. Comprobando con júbilo extremo, el entendimiento y sentimiento de que procedemos del mismo Simétrico más expandido, del mismo tronco común al que retornamos reencontrándonos, un tronco cada vez más abarcador-unificador de las dimensiones inmediatamente inferiores, como los sarmientos que convergen en la “Vid”. Lo que antes tuvo un desarrollo disgregador para poder ramificarse, densificarse y experimentarse en forma de materia, ahora vuelve a unirse en la sutiliza de dimensiones más elevadas que se reúnen hacia el tronco común de un Simétrico Superior.

El sentimiento que va imperando en nosotros, simultáneamente a ese descubrimiento en este lado del velo, es el incremento de la CONFIANZA y el SENTIDO DE UNIDAD.

La CONFIANZA, es finalmente el Tesoro que poseemos, el que hemos logrado después de vaciarnos tanto, a lo largo del Proceso. Tesoro de sentir que Somos ambos simétricos doblados. Y por lo tanto COMPLETOS, en nuestra doblez.

Sólo queda desear que nuestro descubrimiento de Eso que Somos, sea abundante y expansivo. Nuestro Reino de los Cielos en la Tierra.

PARA QUE VUESTRO JÚBILO SEA COMPLETO.

Como siempre un abrazo desde el corazón.

En la alegría de estar acompañada por vosotros en este descubrimiento nuestro.



María del Carmen Ortega Molina